El clivaje etario: backlash cultural en Chile

The Age Cleavage: Cultural Backlash in Chile

Kenneth Bunker kabunker@gmail.com 1

1 Universidad Diego Portales

Envío: 2020-04-27

Aceptado: 2020-09-16

First View: 2020-12-21

Publicación: 2021-04-26

RESUMEN: Literatura reciente sugiere que los factores culturales están ganando poder predictivo sobre determinantes ideológicos en la explicación del comportamiento electoral en democracias establecidas. Pero, ¿ocurre lo mismo en democracias nuevas? Este artículo busca responder a esta pregunta tomando como referencia el caso de Chile. Utiliza datos de encuestas para comparar factores culturales con los determinantes ideológicos y cohortes de edad globales con generaciones políticas locales. Muestra que el patrón en Chile coincide con el observado en democracias desarrolladas.

Palabras clave: clivajes; participación electoral; comportamiento electoral; millennials; elecciones.

ABSTRACT: Recent literature suggests that cultural factors are gaining predictive power over ideological ones in explaining electoral behavior in established democracies. But does this also occur in new democracies? This article seeks to answer this question by looking at evidence from Chile. It uses survey data to compare cultural factors to ideological determinants and global age cohorts to local political generations. It shows that the pattern in Chile matches the one observed in developed democracies.

Keywords: cleavages; electoral turnout; voting behavior; millennials; elections.

I. introducción[1]

Durante décadas los partidos políticos se han identificado a sí mismos en un continuo ideológico de izquierda a derecha. Mientras aquellos que se identifican hacia la izquierda del continuo han tendido a presionar por una gestión económica keynesiana con grandes Estados de bienestar, aquellos que se identifican con la derecha han tendido, en cambio, a presionar por mercados libres y gobiernos pequeños. A lo largo del siglo XX, los partidos centristas o moderados rara vez ganaron elecciones. En el mejor de los casos, formaron gobiernos de forma intermitente. Si bien este fue especialmente el caso en los sistemas bipartidistas, como los de Estados Unidos y el Reino Unido, también fue cierto en sistemas multipartidistas, como los de Italia y Francia.

Sin embargo, investigaciones recientes advierten sobre el desvanecimiento de este orden. La nueva evidencia derivada de las democracias establecidas muestra que los partidos se han alejado lentamente de las etiquetas ideológicas y se han acercado a los anclajes culturales (Norris e Inglehart, 2019). Sugiere que una proporción importante de partidos que ganaron elecciones en los últimos años no ha confiado en las etiquetas tradicionales de izquierda/derecha para atraer votantes. En cambio, han surgido en plataformas culturales. Por ejemplo, la victoria de Macron en Francia, que rompió tendencias (Emanuele, 2017), o el referéndum del Brexit en el Reino Unido (Goodwin y Heath, 2016) no se pueden explicar mediante el enfoque tradicional de izquierda/derecha.

Una pregunta abierta es si el cambio es exclusivo de las democracias establecidas o si también está floreciendo en otros lugares. Si bien algunas investigaciones recientes sugieren que el orden de izquierda/derecha todavía juega un papel dominante en la explicación de las tendencias electorales (Carlin et al., 2015; Nadeau et al., 2017), no es descabellado conjeturar que las cohortes de edad pueden estar ganando poder de predicción. De hecho, la lógica que
sustenta la teoría del backlash cultural es que el surgimiento de valores culturales está vinculado a patrones universales de reemplazo generacional. Por lo tanto, probar la teoría en regiones desatendidas del mundo no solo puede proporcionar una visión más precisa de los patrones locales, sino que también puede contribuir a probar sus implicancias más amplias.

Este artículo propone probar la teoría del backlash cultural en una democracia nueva que presenta patrones de comportamiento de votación similares a los encontrados en las democracias establecidas. Utiliza datos de encuestas preelectorales de Chile para modelar directamente la cultura contrastándola con la ideología. Específicamente, busca responder si el grupo etario de una persona es más relevante que su identificación ideológica en términos de explicar si (1) decide votar (participación) y (2) por quién decide votar (elección de voto). También busca determinar si las generaciones políticas locales son más relevantes que las cohortes de edad globales y, de ser así, la magnitud de la diferencia.

El resto del artículo está estructurado de la siguiente manera. La segunda parte presenta una breve revisión teórica, centrándose en cómo la ideología se ha vuelto menos preponderante con el tiempo mientras que los asuntos culturales han pasado a primer plano. Se centra en el continuo izquierda-derecha y en los grupos etarios como los principales temas de interés. Las siguientes secciones justifican a Chile como estudio de caso y revisan la evidencia de la literatura local. La quinta parte plantea las preguntas e hipótesis de investigación. La sexta parte presenta los datos y métodos. La séptima parte muestra que la edad está efectivamente ganando poder de predicción y que las generaciones políticas locales son mejores predictores del comportamiento electoral que las cohortes de edad globales.

II. Teoría

Los clivajes se han utilizado sistemáticamente para explicar el comportamiento electoral desde mediados de la década de 1950. Lipset y Rokkan (1967) fueron de los primeros en sugerir un mapa cardinal completamente abarcativo para comprender cómo se posicionan los partidos. En su influyente trabajo sugirieron que los votantes no se ordenan en grupos predefinidos o en contra de ciertos temas. En cambio, respaldan a los partidos que más se acercan a sus posiciones. En su revisión detallada de las transformaciones sociales, los autores sugirieron que los principales problemas que dividieron a los votantes durante el siglo XX (el choque centro-periferia, el conflicto Iglesia-Estado y la lucha entre empleadores y empleados) estaban claramente presentes en la mayoría de las democracias de Europa.

Investigaciones complementarias han demostrado que los clivajes y las preferencias ideológicas evolucionan juntas con el tiempo (Rose y Urwin, 1970). Los partidos adoptan etiquetas según los problemas del momento. La izquierda de principios del siglo XX es diferente a la izquierda de fines del siglo XX. Por ejemplo, en los clivajes definidos por Lipset y Rokkan (1967), los partidos de izquierda se identificaron primero con los problemas urbanos, luego con los segmentos seculares y luego con la clase trabajadora. Lo mismo ocurre con el otro lado: los partidos de derecha se identificaban con problemas rurales, luego con segmentos religiosos y luego con los dueños de negocios. No es de extrañar, entonces, que los patrones de competencia de partidos se consolidaran y evolucionaran en un orden izquierda/derecha (Lijphart, 1981).

El patrón es visible en todo el mundo. Si bien la mayoría de las democracias vieron emerger sus propios clivajes particulares –desde los relacionados con temas étnicos en Europa del Este (Ordeshook y Shvetsova, 1994) hasta los asociados con el autoritarismo en América Latina (Dix, 1989)–, el número de partidos asociados con la izquierda o la derecha también aumentó. En la gran mayoría de las democracias dominaron las elecciones. Este fue especialmente el caso en sistemas con reglas electorales mayoritarias, pero, sin embargo, fue cierto también en aquellos con representación proporcional (Lijphart, 1999). Pocas veces los moderados o de centro ganaron elecciones (Lijphart, 2004).

Sin embargo, nuevas investigaciones advierten sobre el declive de este orden. Norris e Inglehart (2019) sugieren que las etiquetas ideológicas han perdido terreno frente a los valores culturales como la principal fuerza impulsora detrás de los partidos exitosos y las prioridades de los votantes. En su teoría sobre el backlash cultural, argumentan que un cambio en la estructura social a largo plazo ha tenido una repercusión tanto en las estrategias electorales como en las preferencias de los votantes. Los autores muestran que, a medida que la estructura demográfica ha envejecido y los valores materialistas han ido desapareciendo, los votantes mayores han cambiado de actitud. En una suerte de reflejo, se han vuelto más propensos a apoyar a los partidos y candidatos que buscan volver al antiguo orden.

Este hallazgo es significativo en medio del aumento de partidos y candidatos que no se han podido ubicar ordenadamente en el eje tradicional izquierda/derecha (Ivaldi et al., 2017). Es en este contexto que la creciente teoría del backlash cultural emerge como una explicación relevante que entra a competir con el enfoque ideológico tradicional. Sin embargo, debido a que los hallazgos provienen principalmente de democracias establecidas, no está claro si la misma tendencia está emergiendo en otros lugares. Por tanto, es crucial explorar si los fundamentos principales de la teoría del backlash cultural también son visibles en otros lugares. Esto no solo contribuirá a consolidar la teoría, sino que también proporcionará información adicional sobre los patrones políticos locales.

III. Selección de casos y puzle

Entre los lugares donde se puede probar la teoría del backlash cultural, América Latina se encuentra en primer plano. En comparación con las democracias establecidas de Occidente, los países de la región son menos desarrollados y principalmente presidenciales. Este contexto presenta un desafío importante para la explicación de Norris e Inglehart (2019). Dado que las naciones menos desarrolladas siguen caminos económicos particulares, podría darse el caso de que los valores materialistas todavía tengan una gran influencia en segmentos relevantes de votantes. Y, debido a que las instituciones políticas que se encuentran en la región son sustancialmente diferentes a las que se encuentran en las democracias establecidas, puede darse el caso de que los votantes todavía estén arraigados en clivajes antiguos.

En cualquier caso, las teorías del comportamiento electoral en las democracias nuevas y establecidas son lo suficientemente similares como para permitir una comparación. Las investigaciones muestran que, como en las democracias establecidas, la ideología ha sido un predictor crucial tanto de la participación como de la elección de voto en América Latina (Carlin et al., 2015; Nadeau et al., 2017). Los enfoques históricos no solo han demostrado que los clivajes sociales descritos por Lipset y Rokkan (1967) están presentes en la región
(Dix, 1989), sino que también están atravesados por el eje izquierda/derecha (Mainwaring y Scully, 1995). Esto es especialmente cierto tras la tercera ola democrática (Huntington, 1993), cuando muchos de los países dejaron atrás el autoritarismo.

Dentro de América Latina, Chile ofrece el escenario perfecto para probar la teoría. Presenta clivajes y patrones electorales similares a los que se encuentran en las democracias desarrolladas. Si bien la democracia fue interrumpida por una dictadura de diecisiete años (1973-1990), los sistemas electorales y de partidos tanto antes como después de la interrupción produjeron resultados extremadamente similares a los visibles en las democracias establecidas. Antes del golpe militar de 1973, una serie de divisiones dieron forma a la competencia entre partidos (Scully, 1992) y, después de la transición a la democracia, un sistema electoral restrictivo obligó a los partidos a adoptar un arreglo binario (Mainwaring y Scully, 1995).

Si bien la mayoría coincide en que el sistema de partidos chileno ha evolucionado históricamente en función de los clivajes sociales, aún se discute si las estructuras sociales (Torcal y Mainwaring, 2003) o las instituciones electorales (Navia, 2004) son responsables de los patrones de competencia electoral posautoritarios. Lo que no se discute, sin embargo, es que el sistema de partidos que se estableció después de la transición era tanto binario como anclado en un orden ideológico. Debido a las divisiones o instituciones, los votantes se vieron obligados institucionalmente a elegir entre una de dos grandes coaliciones, una de las cuales se identificaba con la izquierda y la otra con la derecha (Bonilla et al., 2011).

Casi tres décadas después de la transición el sistema de partidos volvió a mutar (Bunker, 2018). Esto ocurrió después de dos importantes reformas electorales (una en 2011 y otra en 2015)[2], que no solo aumentaron significativamente el número de votantes elegibles al igualar la ley de la noche a la mañana (Brieba y Bunker, 2019), sino que también aumentaron el número de partidos en competencia bajando las barreras de entrada (Gamboa y Morales, 2016). Y es este cambio el que permite que el presente estudio avance evaluando la teoría del backlash cultural. Debido a que las reformas eliminaron las restricciones y distorsiones del
antiguo sistema, los equilibrios entre votantes y partidos pueden evaluarse directamente.

IV. Chile: dos olas de investigación

Si la evidencia apoya la idea de un clivaje etario emergente en Chile, se puede utilizar tanto para establecer la aplicabilidad más amplia de la teoría del backlash cultural como para complementar el abundante cuerpo de literatura que ha seguido la evolución de la estructura de los partidos chilenos. El estudio del comportamiento electoral en función del grupo etario en Chile no es nuevo. De hecho, una revisión de la literatura sugiere que hay al menos dos olas de literatura que han abordado esta relación. La primera abarca desde la transición a la democracia en 1990 y la primera de las reformas electorales mencionadas anteriormente.
La segunda comenzó alrededor de 2011 y ha continuado desde entonces.

En ambas olas, la investigación tendió a clasificar a los grupos de votantes en referencia a su distancia con la dictadura. Por ejemplo, Toro (2008) tuvo como objetivo identificar tendencias entre las diferentes cohortes de votantes en relación con su mayoría de edad política (alrededor de los 18 años). Distinguió entre los que tenían derecho a votar en el plebiscito de 1988 y los que no podían hacerlo. Su principal hallazgo, indirectamente relacionado con el objeto de estudio aquí, fue que los votantes más jóvenes eran más liberales que sus contrapartes. Sin embargo, su clasificación sentó un precedente para estudios posteriores, inaugurando una línea de literatura centrada exclusivamente en las generaciones políticas locales.

Contreras y Navia (2013), por ejemplo, siguieron los pasos de Toro (2008) y utilizaron la transición a la democracia como el punto de corte esencial para las cohortes de edad. Descubrieron que los votantes mayores presentaban tasas de registro más altas que los más jóvenes. Corvalán y Cox (2013) ampliaron el período de tiempo y compararon la generación de los que tenían edad suficiente para votar en las últimas elecciones antes de la caída de la democracia en 1973 con la generación de los que tenían edad suficiente para votar en el plebiscito de 1988. Confirmaron investigaciones anteriores, en el sentido de que las generaciones más jóvenes tenían significativamente menos probabilidades de registrarse para votar que las mayores.

Quizás lo más importante es que Corvalán y Cox (2013) encontraron diferencias significativas que daban forma al sesgo. Por ejemplo, que los jóvenes de las clases más pobres votaban significativamente menos que los jóvenes de las clases más ricas. Esto fue corroborado por investigaciones posteriores, que también encontraron que el efecto de la edad en la participación estaba condicionado por patrones socioeconómicos, así como por el tamaño del distrito y otros determinantes secundarios (Brieba, 2015; Mackenna, 2015). Al mismo tiempo, esto fomentó la comprensión de la edad en relación con los patrones de votación y estableció el estándar para todas las investigaciones futuras.

En cuanto al efecto de la reforma electoral de 2011 en los patrones de votación, Contreras y Morales (2014) encontraron que el sistema de votación voluntaria redujo significativamente la brecha entre la generación plebiscitaria y la generación posplebiscito en las elecciones locales de 2012. Morales y Rubilar (2017), sin embargo, confirmaron que sigue existiendo una brecha, con una clara división entre los votantes anteriores y posteriores a la dictadura. Bargsted et al. (2019) ratificó esta idea. Brieba y Bunker (2019) matizaron este punto de vista y sugirieron que la reforma redujo sustancialmente los sesgos de edad preexistentes.

V. Preguntas e hipótesis de investigación

Hay margen para seguir expandiendo estos hallazgos. Debido a que una parte predominante de la investigación ha utilizado la ideología como el principal predictor del comportamiento de voto, no está claro si la edad ha aumentado su poder predictivo y debe usarse como un determinante principal (como sugiere la teoría de la backlash cultural) o si aún es influyente en un nivel secundario y, por lo tanto, debería permanecer relegado a un control (como se ha utilizado hasta ahora). En esta línea, este artículo busca contribuir modelando la ideología y la edad directamente una contra la otra, para comprender si esta última ha ganado influencia sobre la primera en los últimos años y, de ser así, en qué medida.

¿Sigue siendo la ideología en el Chile posterior a la reforma el predictor central del comportamiento electoral, como sugiere la literatura? Este artículo busca responder a esta pregunta analizando dos hipótesis. La primera establece que las cohortes de edad son más relevantes que los factores ideológicos para explicar la participación electoral (¿quién vota?); y la segunda establece que las cohortes de edad son más relevantes que los factores ideológicos para explicar la elección de voto (¿quién vota por quién?). En ambos casos, la expectativa es que los grupos etarios tengan un efecto más relevante en la participación y la elección de voto que la ideología. La hipótesis nula es que la ideología sigue siendo dominante.

Ahora, debido a que la edad se ha enmarcado normalmente en relación a la dictadura, o a la reforma electoral de 2011, no está claro en qué se diferencian las generaciones políticas locales de las cohortes de edad globales, ni está claro si una de ellas es un mejor predictor que la otra. Por lo tanto, este artículo también busca complementar la literatura utilizando ambas definiciones conceptuales de grupos etarios para comparar sus respectivos efectos sobre el comportamiento electoral. Por lo tanto, el objetivo no es solo comprender si el grupo etario es un predictor significativo (como sugiere la teoría del backlash cultural), sino también aclarar si un grupo etario es mejor predictor que el otro.

¿Siguen siendo las generaciones políticas locales la mejor manera de desglosar conceptualmente los grupos etarios en Chile, como sugiere la literatura? ¿O pueden las cohortes de edad globales explicar los patrones de comportamiento electoral en un nivel similar? Estas preguntas sirven para postular una hipótesis auxiliar, que es que las cohortes de edad globales son tan importantes como las generaciones políticas locales para explicar el comportamiento electoral. La hipótesis nula es que las generaciones siguen siendo más relevantes electoralmente que las cohortes. Si se rechaza la hipótesis nula, podría interpretarse como una señal de que los votantes no seguirían actuando sobre las líneas divisorias políticas que hasta ahora han definido las elecciones desde la transición.

VI. Datos y métodos

Para probar estas hipótesis, este estudio utiliza datos a nivel individual provenientes de la encuesta de opinión pública del CEP realizada en septiembre y octubre de 2017, aproximadamente un mes antes de las elecciones presidenciales de ese año. La opción de utilizar datos a nivel individual es para evitar problemas de falacia ecológica que podrían inducir sesgos en los hallazgos. La mejor manera de comprender los cambios a nivel de votantes es mirar las respuestas de las encuestas. La decisión de utilizar la encuesta preelectoral de 2017, y no las encuestas anteriores, se tomó para capturar datos que antes no estaban disponibles. Como se mencionó más arriba, la elección de 2017 es específicamente útil porque incluye diferentes tipos de candidatos, algunos tradicionales y otros nuevos[3].

La variable dependiente es el comportamiento de votación (ver Tabla 1), que se operacionaliza en participación (participación electoral) y elección de voto (preferencia de candidato). Para medir lo primero, el estudio analiza la intención de voto de cada encuestado. Aquellos que manifestaron su intención de participar en la elección se marcan con 1, mientras que aquellos que no lo hacen se marcan con 0. Para medir la elección de voto, se observa la preferencia de candidato específica de cada encuestado. Pero, para restringir el número de alternativas, solo tiene en cuenta los cuatro primeros candidatos en términos de obtención de votos, que pueden describirse fácilmente en términos de su identificación (ID) en el eje ideológico (izquierda vs. derecha) y sus plataformas partidistas (apoyadas por partidos tradicionales o nuevos).

Las principales variables independientes son la ideología y la edad. Para la ideología, este estudio analiza la autoidentificación de cada encuestado en el continuo ideológico. Si los encuestados pudieron marcarse a sí mismos en cualquier lugar del continuo ideológico, los etiqueta como 1, y si no pudieron hacerlo, los marca como 0. Para la edad, distingue entre cohortes de edad globales y generaciones políticas locales. En ambos casos, se analiza el año de nacimiento de cada encuestado, que simplemente se le dio al encuestador. A partir de este punto, los grupos etarios se construyen con base en los criterios dados por estándares globales y la literatura local.

Para construir cohortes de edad globales, el estudio sigue el Pew Research Institute (2018) y marca a los encuestados nacidos antes de 1945 como la generación Silenciosa, los nacidos entre 1945 y 1964 como Baby boomers, los nacidos entre 1964 y 1982 como Generación X y los encuestados nacidos después de 1982 como Millennials. Para construir generaciones políticas locales, los nacidos antes de 1958 fueron etiquetados como la Generación Golpe, los encuestados nacidos entre 1958 y 1970 fueron marcados como la Generación del Plebiscito, los encuestados nacidos entre 1970 y 1983 fueron etiquetados como la Generación de Transición y los nacidos después de 1983 fueron marcados como la Generación Democrática.

Para seleccionar las variables de control, este estudio sigue tres teorías principales que han buscado explicar el comportamiento electoral desde un enfoque a nivel individual. La primera es la escuela de pensamiento de Columbia, que propuso que el comportamiento de voto se explica mejor por las características sociodemográficas a largo plazo de los votantes, como la raza (Crewe, 1995; Lazarsfeld et al., 1944). Por lo tanto, este estudio utiliza el sexo y la afiliación religiosa del encuestado como controles. El segundo grupo de controles proviene de la versión de Michigan. Similarmente, también propone el uso de variables de largo plazo, pero más vinculadas al estatus socioeconómico de los votantes. Aquí, el comportamiento de voto se predice mejor de forma individual y, como tal, los rasgos derivados de los procesos de socialización familiar y política son más relevantes que los que se definen en las primeras etapas de la vida (Campbell et al., 1960; Converse, 1969). Por lo tanto, este estudio utiliza clase, educación y urbanización como controles. El tercer grupo de variables de control proviene de la escuela de Rochester. En contraste con las dos versiones anteriores, propone el uso de variables de corto plazo relacionadas con las características sociotrópicas de los votantes. Esta ¿escuela? sostiene que, en circunstancias de incertidumbre, los ciudadanos racionales condicionan su voto considerando variaciones en la economía (Enelow y Hinich, 1984; Fiorina, 1991; Grofman, 1995; Popkin, 1995). En consecuencia, este estudio utiliza evaluaciones actuales y prospectivas de la economía como controles.

El uso de estos tres conjuntos de variables es complementario para explicar el comportamiento electoral (Fiorina et al., 2010; Niemi et al., 2001; Norris e Inglehart, 2019; Rosenstone y Hansen, 1993). Además, su combinación encaja perfectamente en el contexto chileno (Morales et al., 2009; Navia y Morales, 2010). Para las cuatro elecciones antes de 2017, la ideología fue la variable explicativa más poderosa (Bunker, 2010; Morales y Reveco, 2018; Navia y Castro, 2015). Pero los determinantes a largo (Izquierdo et al., 2008) y a corto plazo (Angell y Reig, 2006) también proporcionaron un poder explicativo significativo.

Tabla 1. Variables y mediciones

Codificación del autor

Pregunta de la encuesta/Clasificación

VARIABLES DEPENDIENTES

Participación

1 = Sí; 0 = No

¿Votará en la elección presidencial de 2017?

Elección de voto

Si la elección fuera la próxima semana, ¿por quién votaría?

Tradicional

1 = Piñera o Guillier; 0 = otro

Nuevo

1 = Sánchez o Kast; 0 = otro

VARIABLES INDEPENDIENTES

Cohorte de edad global

¿Cuál es su año de nacimiento?

Millennials

1 = nacido después de 1983; 0 = otro

Gen. X

1 = nacido entre 1967-1982; 0 = otro

Boomers

1 = nacido entre 1947-1965; 0 = otro

Silenciosa

1 = nacido antes de 1946; 0 = otro

Generación política global

¿Cuál es su año de nacimiento?

Democracia

1 = nacido después de 1983; 0 = otro

Transición

1 = nacido entre 1971-1983; 0 = otro

Plebiscito

1 = nacido entre 1957-1970; 0 = otro

Golpe

1 = nacido antes de 1956; 0 = otro

Ciclo de vida

Casados

1 = Casado; 0 = No casado

Clase

1 = E; 2=D; 3=C3; 4=C2; 5=ABC1

Registrado en Grupos Socioeconómicos (GSE)

Sexo

1 = Masculino; 0 = Femenino

Sexo

Educación

Escala de 10 puntos, desde sin estudios a posgrado

¿Cuál es su nivel educacional?

Urbanización

1 = Vive en área urbana; 0 = Vive en área rural

Religión

1 = Se identifica con una religión; 0 = No se identifica

Economía

País: Actual

1 = Muy mala; 2 = Mala; 3 = Ni buena, ni mala; 4 = Buena; 5 = Muy buena

¿Cómo cree que va la economía del país?

Personal: Actual

1 = Muy mala; 2 = Mala; 3 = Ni buena, ni mala; 4 = Buena; 5 = Muy buena

¿Cómo es su situación económica actual?

Personal: Futura

1 = Mucho peor; 2 = Peor; 3 = Igual; 4 = Mejor; 5 = Mucho mejor

¿Cómo será su situación económica en el futuro?

Valores

En una escala del 1 (izquierda) al 10 (derecha), ¿dónde se ubica usted?

Identificación (ID) Izquierda-Derecha

1 = Se identifica en el continuo; 0 = No se identifica

Nota: Ver Tabla A1 en el Anexo para el resumen de las estadísticas.

Fuente: Autor con datos del CEP.

VII. Hallazgos

Antes de pasar a los hallazgos, es importante analizar brevemente los resultados de las elecciones presidenciales de 2017. La Tabla 2 muestra que ocho candidatos buscaron la nominación ese año y que Piñera venció a Guillier en una segunda vuelta que tuvo lugar un mes después de la primera. Para efectos de este estudio, es importante señalar dos cosas. Primero, que solo Piñera y Kast se identificaron con partidos a la derecha del centro y, segundo, que entre los cuatro primeros candidatos, en términos de votos obtenidos, Piñera y Guillier representaron a los partidos tradicionales, mientras que Sánchez y Kast representaron a los nuevos (Bunker, 2018).

En cuanto al análisis de la encuesta, la Figura 1 traza las estimaciones de densidad de kernel de las dos principales variables de interés. Muestra que la edad y la identificación ideológica de los encuestados se distribuyen normalmente. La mayoría de los entrevistados en la encuesta del CEP eran centristas de cuarenta y tantos años. Esta es una distribución necesaria para probar las hipótesis, especialmente para la edad. Antes de la reforma electoral de 2011, la distribución de la edad estaba fuertemente sesgada a favor de los votantes mayores. Y debido a que los votantes mayores eran dominantes y ningún partido nuevo desafió las elecciones, probar las hipótesis habría sido difícil. En este estudio, los votantes jóvenes y mayores tienen aproximadamente la misma probabilidad de votar.

Tabla 2. Resultados de las elecciones presidenciales de 2017

Primera vuelta

Segunda vuelta

Número de votos

Porcentaje de votos

Número de votos

Porcentaje de votos

Sebastián Piñera

2.417.216

36,6

3.796.579

54,6

Alejandro Guillier

1.497.116

22,7

3.159.902

45,4

Beatriz Sánchez

1.336.824

20,3

José Antonio Kast

523.213

7,9

Carolina Goic

387.780

5,9

Marco Enríquez-O.

376.471

5,7

Eduardo Artés

33.690

0,5

Alejandro Navarro

24.019

0,4

Total

6.596.329

100,0

6.956.481

100,0

Nota: El total es equivalente a votos válidos.

Fuente: Servicio Electoral de Chile.

Figura 1. Distribuciones de densidad etaria e identificación ideológica (izquierda-derecha)

Fuente: Autor con datos del CEP.

Debido a que este artículo distingue entre cohortes de edad globales y generaciones políticas locales, y sus umbrales de medición difieren ligeramente, la Figura 2 muestra la distribución de los encuestados en cada una de las categorías. La principal diferencia está en la generación más antigua. Si bien el estándar global define a este grupo como el compuesto por los nacidos antes de 1945, la literatura local los concibe como los nacidos antes de 1955. En el caso de estos últimos, el motivo es simplemente marcar el punto en el que los ciudadanos alcanzan una madurez política. Por ejemplo, en las generaciones políticas de Chile, cada grupo está diseñado para capturar el efecto del clima político en el que grupos específicos de votantes alcanzaron la mayoría de edad para votar.

Figura 2. Distribución de grupos etarios

Fuente: Autor con datos del CEP.

Antes de pasar a la primera hipótesis, es importante señalar que los resultados brutos de la encuesta del CEP sugieren que los encuestados en general no están predispuestos a asignar importancia a ciertos temas según su grupo etario. Con la excepción de algunos temas (como Pensiones y Derechos Humanos), la distribución de su interés parece ser aleatoria, como muestra la Figura 3. Esto da más apoyo a la idea de que los votantes pueden estar agrupados por razones más allá de las relacionadas con ciertos asuntos que pueden ubicarse claramente en el eje izquierda/derecha.

Ahora, entrando en la primera hipótesis, la Tabla 3 muestra cinco modelos, en los que los grupos de variables descritos anteriormente se incluyen en diferentes etapas, para identificar cuánto contribuye cada grupo a la probabilidad general de voto. Vale la pena señalar que el grupo de cohortes de variables se ordenan en referencia a la generación más antigua (la generación Silenciosa). Por lo tanto, los valores más pequeños o más grandes deben interpretarse en referencia a ellos. También vale la pena señalar que los valores de cada cohorte no necesitan ser significativos para que la variable de la cohorte en su conjunto sea significativa. De hecho, en su conjunto, en cada uno de los cinco modelos, la variable de cohorte de edad es estadísticamente significativa. Esto apunta al hecho de que la generación del encuestado es un determinante importante de la participación electoral.

Figura 3. Relevancia del tema, por cohorte y generación

Nota: Junto con el tema, el título de cada cuadro muestra el número total de encuestados que consideraron que el tema era el más importante. De los 1.420 encuestados, cuatro no sabían o no respondieron. Las barras dentro de cada cuadro muestran el porcentaje relativo dentro de cada grupo. Las barras dentro de cada cuadro suman el 100%.

Fuente: Autor con datos del CEP.

Los resultados confirman en gran medida investigaciones anteriores; la edad es un factor determinante en la participación. Las cohortes mayores votan más que las jóvenes. La generación Silenciosa tiene más probabilidades de votar que cada una de las siguientes cohortes. La probabilidad es cuasi-lineal. Después de la primera generación, las generaciones siguientes tienen cada vez menos probabilidades de votar que la anterior. También se incorpora una variable de ciclo de vida (en M2), y es significativa en todos los modelos, lo que indica que el hallazgo es robusto. Los encuestados de cohortes más jóvenes, que están casados y que pueden tener valores más tradicionales que los encuestados no casados en la misma categoría, votan menos que las generaciones mayores. Sorprendentemente, el coeficiente beta es más fuerte en el modelo más completo (M5), lo que respalda aún más la hipótesis.

La Tabla A2 muestra los mismos modelos, pero utilizando generaciones políticas locales en lugar de cohortes de edad globales como grupos de interés. En general, los resultados son consistentes y muestran niveles de significancia similares para las mismas variables en todos los modelos probados. Sin embargo, las generaciones políticas locales parecen tener un efecto más fuerte en la participación que las cohortes de edad globales. De hecho, es probable que los umbrales de corte de los grupos etarios tengan más sentido cuando se consideran los clivajes locales. Si bien la brecha no es grande, es una diferencia significativa. Por ejemplo, si bien todos los grupos etarios son significativamente diferentes al grupo de mayor edad en el modelo más completo de generaciones políticas locales, solo dos de los tres grupos etarios son significativos en el mismo modelo para las cohortes de edad globales.

La Figura 4 traza los coeficientes beta con sus errores estándar (robustos) utilizando los resultados de M5 en la Tabla 3. La gráfica de la izquierda muestra la cohorte de edad como un predictor integral. Sugiere que la ideología es un predictor de participación más fuerte que la edad. El gráfico de la derecha muestra la edad desagregada por cohortes. Muestra que, cuando la edad se desagrega en categorías individuales, la cohorte Millennial es un predictor de participación más robusto que la ideología. Pertenecer a la cohorte nacida después de 1982 es un determinante más fuerte de la decisión de votar que la autoidentificación en el continuo izquierda-derecha. Además, es significativamente diferente a las dos primeras generaciones. Este hallazgo es consistente con la primera hipótesis planteada más arriba.

Figura 4. Coeficientes beta del modelo 5 (Tabla 2)

Nota: El Gráfico A1 del Anexo muestra los coeficientes beta para las generaciones políticas locales.

Fuente: Autor con datos del CEP.

Tabla 3. ¿Quién vota? (explicando la participación con cohortes de edad globales)

M1

M2

M3

M4

M5

b

rse

b

rse

b

rse

b

rse

b

rse

Generación

Silenciosa (antes de 1945) [ref.]

Boomers (1945-1964)

-0.01

0.17

-0.04

0.17

-0.17

0.18

-0.11

0.19

-0.11

20

Gen. X (1965-1981)

-0.28

0.17

-0.30*

0.17

-0.60***

0.19

-0.64***

0.20

-0.68***

.21

Millennials (después de 1982)

-1.10***

0.19

-1.03***

0.20

-1.52***

0.22

-1.60***

0.22

-1.62***

.24

Ciclo de vida

Casados

0.35***

0.12

0.25**

0.12

0.23**

0.13

0.27**

.13

Datos demográficos

Clase

0.17**

0.09

0.10

0.09

0.02

09

Sexo (masculino)

0.08

0.12

0.06

0.12

-0.06

.13

Educación

0.16***

0.03

0.15***

0.04

0.12***

.04

Urbanización

0.37**

0.16

0.36**

0.17

0.35**

.18

Religión

0.35**

0.16

0.40**

0.17

0.28

.17

Economía

País: Actual

0.01

0.08

-0.01

08

Personal: Actual

0.30***

0.10

0.27***

.10

Personal: Futura

0.29***

0.10

0.24**

.13

Valores

ID Izquierda-Derecha

1.23***

.13

Constante

0.20

0.15

0.05

0.15

-1.33***

0.31

-2.98***

0.50

-2.93***

.51

R2 de McFadden

.03

0.04

0.07

0.09

0.13

% pronosticado

correctamente

57.51%

58.92%

60.50%

63.38%

67.86%

N

1,424

1,412

1,372

1,338

1,338

Nota: Regresión logística donde la participación en la votación informada (0/1) es la variable dependiente. Como comprobación de robustez, se utilizaron la edad y la edad al cuadrado en lugar de la cohorte. Los resultados no muestran desviaciones significativas. La Tabla A2 del anexo utiliza las generaciones políticas locales como la variable independiente principal. Significancia: * p < 0.1, ** p < 0.05, *** p < 0.01.

Fuente: Autor con datos del CEP.

Antes de continuar, es necesario señalar que la evidencia descriptiva derivada de la encuesta del CEP sugiere que los encuestados no están predispuestos a votar por la izquierda o la derecha según su edad. En cambio, se distribuyen normalmente a lo largo del eje ideológico, como muestra la Figura 5. Este es un paso importante hacia lo que sigue, ya que rechaza rotundamente la idea de que, a medida que pasa el tiempo, los votantes hacen una transición significativa hacia la izquierda o hacia la derecha, lo que, entre otras cosas, implicaría colinealidad entre las variables principales (grupo etario y elección de voto).

Figura 5. Distribución de autoidentificación ideológica,
por cohorte

Nota: La Figura A2 en el Anexo muestra la distribución por generaciones políticas locales.

Fuente: Autor con datos del CEP.

Ahora, entrando en la segunda hipótesis, la Tabla 4 muestra cuatro modelos análogos al Modelo 5 anterior para identificar cuánto contribuye cada grupo a la probabilidad general de votar por uno de los cuatro candidatos principales. En lugar de mostrar las cohortes particulares, muestra la cohorte como un determinante integral independiente. La conclusión principal es que, si bien la ideología es importante para explicar la elección de voto, también lo es la cohorte. Ambas variables son predictores significativos de la elección de voto para tres de los cuatro candidatos (aunque diferentes). Este es un resultado notable, considerando que ninguna de las otras variables asociadas a los clivajes identificados por Scully (1992) son predictores tan poderosos. Tanto la ideología como la cohorte de edad son mejores predictores que los relacionados con la religión, la clase o la urbanización.

Cuando la variable de cohorte se desagrega en las generaciones particulares, está claro que los Millennials votaron de manera significativamente diferente a las cohortes de mayor edad. Para los dos candidatos de centro-izquierda (Guillier y Sánchez), la ideología no fue el predictor más importante. En cambio, la cohorte etaria lo fue. Mientras que los votantes mayores prefirieron a Guillier, los votantes más jóvenes prefirieron a Sánchez. De hecho, en ambos casos, el coeficiente beta para los Millennials es más fuerte que el coeficiente beta para la identificación ideológica. Este es un hallazgo clave consistente con la hipótesis presentada anteriormente. Es evidencia de que la edad tiene un efecto directo y relevante sobre el resultado de las elecciones. Sin embargo, también sugiere que el clivaje de edades no solo es visible a través del eje ideológico, sino también dentro de ciertas ideologías.

Tabla 4. ¿Quién vota por quién? (Explicando la elección de voto con cohortes de edad globales)

Sebastián Piñera

Alejandro Guillier

Beatriz Sánchez

José Antonio Kast

b

rse

b

rse

b

rse

b

rse

Generación

Cohorte de edad

0.04

0.07

-0.45***

0.09

0.31**

0.13

0.45**

.21

Ciclo de vida

Casados

0.11

0.12

-0.14

0.16

-0.16

0.23

-0.511

.44

Datos demográficos

Clase

0.20

0.09

-0.17

0.12

-0.25*

0.14

0.64**

.28

Sexo (masculino)

-0.01

0.12

0.03

0.15

-0.11

0.21

0.55

.40

Educación

-0.06*

0.04

0.08*

0.05

0.07

0.05

0.12

.11

Urbanización

0.14

0.16

0.11

0.21

-0.22

0.33

1.30*

.50

Religión

0.34**

0.17

-0.06

0.21

-0.44*

0.24

0.67

.61

Economía

País: Actual

-0.22***

0.08

0.30***

0.10

0.23

0.14

-0.12

.27

Personal: Actual

0.18**

0.10

-0.26**

0.12

-0.02

0.15

0.14

.30

Personal: Futura

0.37**

0.10

0.15***

0.12

0.10

0.16

-0.14

.31

Valores

ID Izquierda-Derecha

0.59***

0.13

0.56**

0.17

0.64***

0.24

0.03

.43

Constante

-2.95***

0.49

-1.27

0.57

-3.84

0.84

-8.35***

R2 de McFadden

0.04

0.04

0.05

0.12

% pronosticado correctamente

66.97%

82.88%

91.85%

97.76%

N

1,338

1,338

1,338

1,338

Nota: Regresión logística donde la preferencia de voto informada (0/1) es la variable dependiente. Como comprobación de robustez, se utilizaron la edad y la edad al cuadrado en lugar de la cohorte. Los resultados no muestran desviaciones significativas. La Tabla A3 del anexo utiliza las generaciones políticas locales como la variable independiente principal.

Significancia: * p < 0.1, ** p < 0.05, *** p < 0.01.

Fuente: Autor con datos del CEP.

El clivaje etario en la izquierda puede deberse al pequeño tamaño de la muestra relacionada con la baja intención de voto de Kast. Por lo tanto, para probar aún más la hipótesis de que los votantes más jóvenes prefieren candidatos nuevos y escapar de cualquier sesgo posiblemente introducido por la baja intención de voto de Kast, los candidatos fueron combinados en dos grupos. El primer grupo es de candidatos tradicionales (Piñera y Guillier) y el segundo grupo es de candidatos nuevos (Sánchez y Kast). La idea es entender si los votantes se comportan de manera diferente según su cohorte de edad. Debido a que las opciones en 2017 no fueron viables en elecciones anteriores, puede darse el caso de que esta vez hayan votado de manera diferente. La expectativa es que sí: los votantes mayores prefirieron candidatos tradicionales, mientras que los votantes más jóvenes prefirieron a los nuevos.

La Figura 6 traza la probabilidad marginal de votar por los candidatos, de acuerdo con su condición tradicional/nuevo. El gráfico de la izquierda muestra la probabilidad prevista de votar por un candidato tradicional según la cohorte de edad y el gráfico de la derecha muestra la probabilidad prevista de votar por un candidato nuevo, también según la cohorte de edad. Ambos se construyeron a partir de los modelos más completos que se muestran en las tablas anteriores. Sugieren que los Millennials tienen una probabilidad significativamente menor de votar por candidatos tradicionales (Piñera y Guillier) que las dos generaciones más antiguas y, al mismo tiempo, una probabilidad significativamente mayor de votar por candidatos nuevos (Sánchez y Kast) que todas las generaciones anteriores, como Bellolio (2019) originalmente sugirió. Esta es una prueba más de un clivaje etario.

Figura 6. Probabilidad de votar por candidatos, según cohorte de edad

Nota: Las líneas punteadas marcan el margen superior estimado (gráfico de la izquierda) y el margen inferior estimado (gráfico de la derecha) para el grupo Millennial. El Gráfico A3 del Anexo muestra la probabilidad de votar por los candidatos, según la generación política local.

Fuente: Autor con datos del CEP.

VIII. Discusión

El propósito de este artículo ha sido probar la teoría del backlash cultural (Norris e Inglehart, 2019) en una democracia nueva para comprender si, como en las democracias establecidas, los valores culturales también están ganando poder de predicción sobre los factores ideológicos tradicionales. Utilizando evidencia de Chile, se ha demostrado que efectivamente parece ser el caso; los grupos etarios son predictores relevantes del comportamiento electoral. Si bien la identificación ideológica de una persona sigue siendo un predictor importante tanto de la participación como de la elección de voto, su grupo etario puede ser más importante, especialmente en el caso de los votantes más jóvenes. Pertenecer al grupo de edad más joven es un predictor más poderoso del comportamiento de voto que identificarse en el continuo izquierda-derecha.

Si bien este artículo ha utilizado cohortes de edad globales (fijadas a estándares internacionales) como la principal variable independiente, también ha replicado todos los análisis utilizando generaciones políticas locales (establecidas por dinámicas nacionales). Ha demostrado que los resultados son estables, independientemente del determinante. Sin embargo, las generaciones políticas locales siguen siendo un predictor algo mejor en general. No obstante, debido a la relevancia del grupo de edad más joven (Millennials y la generación Democrática), esto no debe interpretarse necesariamente como un hallazgo de que los clivajes tradicionales (Torcal y Mainwaring, 2003) todavía están presentes. En cambio, debe interpretarse como una señal de que está surgiendo una nueva era.

Estos hallazgos son particularmente relevantes a la luz de la crisis política y social chilena de octubre de 2019, que fue esencialmente la culminación de un conjunto más amplio de protestas presentadas por estudiantes y segmentos más jóvenes de ciudadanos. Por lo tanto, la evidencia presentada aquí debe leerse en un código generacional en el que los grupos más jóvenes de votantes no solo tienen más probabilidades de movilizarse, sino también de votar en tasas similares y por tipos similares de candidatos y partidos. De este modo, es probable que tan pronto como el grupo sea lo suficientemente grande puedan aprovechar su poder no solo para ganar elecciones, sino también para aprobar políticas en las direcciones que ellos apoyan desproporcionadamente (ver Figura 3), como educación y salarios.

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X. ANEXO

Tabla A1. Variables y medidas

Obs.

Promedio

Desv. Estándar

Mín.

Máx.

VARIABLES DEPENDIENTES

Participación

1,424

0.47

0.50

0

1

Elección de voto

Tradicional

1,424

0.51

0.50

0

1

Nueva

1,424

0.10

0.30

0

1

VARIABLES INDEPENDIENTES

Cohorte de Edad Global

Millennials

1,424

0.22

0.42

0

1

Gen. X

1,424

0.30

0.46

0

1

Boomers

1,424

0.34

0.47

0

1

Silenciosa

1,424

0.13

0.34

0

1

Generación Política Local

Democracia

1,424

0.23

0.42

0

1

Transición

1,424

0.21

0.41

0

1

Plebiscito

1,424

0.25

0.43

0

1

Golpe

1,424

0.31

0.46

0

1

Ciclo de vida

Casados

1,412

0.41

0.49

0

1

Clase

1,424

2.87

0.87

1

5

Sexo

1,424

0.39

0.49

0

1

Educación

1,405

5.00

2.32

1

10

Urbanización

1,424

0.17

0.38

0

1

Religión

1,402

0.84

0.37

0

1

Economía

País: Actual

1,410

2.77

0.77

1

5

Personal: Actual

1,396

3.05

0.72

1

5

Personal: Futura

1,396

3.34

0.65

1

5

Valores

ID Izquierda-Derecha

1,424

0.62

0.49

0

1

Fuente: Autor con datos del CEP.

Tabla A2. ¿Quién vota? (explicando la participación con generaciones políticas locales)

M1

M2

M3

M4

M5

b

rse

b

rse

b

rse

b

rse

b

rse

Generación

Golpe (antes de 1957) [ref.]

Transición (1957-1970)

-0.25**

0.14

-0.27*

0.15

-0.45***

0.16

-0.50***

0.16

-0.49***

0.17

Plebiscito (1971-1983)

-0.51***

0.15

-0.51***

0.15

-0.83***

0.17

-0.95***

0.18

-1.00***

0.18

Democracia (después de 1983)

-1.17***

0.15

-1.10***

0.16

-1.60***

0.18

-1.74***

0.19

-1.76***

0.20

Ciclo de vida

Casados

0.36***

0.12

0.25**

0.12

0.25*

0.13

0.28**

0.13

Datos demográficos

Clase

0.16**

0.09

0.08

0.09

0.01

0.09

Sexo (masculino)

0.07

0.12

0.04

0.12

-0.07

0.13

Educación

0.18***

0.04

0.17***

0.04

0.14***

0.04

Urbanización

0.37**

0.16

0.36**

0.17

0.35**

0.18

Religión

0.32**

0.16

0.36**

0.17

0.24

0.17

Economía

País: Actual

0.01

0.08

-0.00

0.08

Personal: Actual

0.30***

0.10

0.26***

0.10

Personal: Futura

0.31***

0.10

0.26***

0.10

Valores

ID Izquierda-Derecha

1.22***

0.13

Constante

0.31***

0.10

0.14

0.11

-1.28***

0.29

-2.94***

0.48

-2.89

0.50

R2 de McFadden

0.03

0.04

0.08

0.09

0.14

% pronosticado correctamente

58.50%

58.85%

62.54%

64.42%

68.76%

N

1,424

1,412

1,372

1,338

1,338

Nota: Regresión logística donde la participación informada en la votación (0/1) es la variable dependiente. Significancia: * p < 0.1, ** p < 0.05, *** p < 0.01.

Fuente: Autor con datos del CEP.

Tabla A3. ¿Quién vota por quién? (Explicando la elección de voto con generaciones políticas locales)

Sebastián Piñera

Alejandro Guillier

Beatriz Sánchez

José Antonio Kast

b

se

b

se

b

se

b

rse

Generación

Generación Política

0.05

0.06

-0.45***

0.08

0.33***

0.10

0.42**

.17

Ciclo de vida

Casados

0.13

0.12

-0.20

0.16

-0.11

0.23

-0.46

.44

Datos demográficos

Clase

0.20**

0.09

-0.17

0.12

-0.25*

0.14

0.65**

.28

Sexo (masculino)

-0.01

0.12

0.03

0.15

-0.11

0.21

0.56

.40

Educación

-0.07**

0.04

0.09**

0.04

0.06

0.05

0.11

.11

Urbanización

0.14

0.16

0.11

0.21

-0.22

0.33

1.31***

.51

Religión

0.34**

0.17

-0.08

0.21

-0.42*

0.25

0.69

.62

Economía

País: Actual

-0.22***

0.08

0.32***

0.11

0.22

0.14

-0.13

.27

Personal: Actual

0.18**

0.10

-0.27**

0.12

-0.02

0.15

0.14

.30

Personal: Futuro

0.37***

0.13

0.18

0.12

0.08

0.16

-0.15

.31

Valores

Identificación Izquierda-Derecha

0.60***

0.13

0.55***

0.17

0.65***

0.24

0.05

.44

Constante

-2.95***

0.48

-1.47***

0.56

-3.75***

0.82

-8.19***

2.00

R2 de McFadden

0.04

0.05

0.05

0.12

% pronosticado correctamente

67.19%

82.96%

91.85%

97.76%

N

1,338

1,338

1,338

1,338

Nota: Regresión logística donde la preferencia de voto informada (0/1) es la variable dependiente.

Significancia: * p < 0.1, ** p < 0.05, *** p < 0.01.

Fuente: Autor con datos del CEP.

Figura A1. Coeficientes beta del modelo 5 (Tabla A2)

Fuente: Autor con datos del CEP.

Figura A2. Distribución de autoidentificación ideológica,
por generación política local

Fuente: Autor con datos del CEP.

Figura A3. Probabilidad de votar por candidatos, según la generación política local

Nota: Las líneas punteadas marcan el margen superior estimado (gráfico de la izquierda) y el margen inferior estimado (gráfico de la derecha) para el grupo Democracia.

Fuente: Autor con datos del CEP.

[1]. Agradezco a Patricio Navia y a Cristóbal Bellolio por sus apuntes y observaciones sobre clivajes, instituciones y reemplazo generacional en Chile. También agradezco a Pippa Norris, Marta Lagos y John Polga-Hecimovich por las conversaciones que ayudaron a darle forma al artículo. Así mismo, agradezco a los tres árbitros anónimos y a los editores de la revista América Latina Hoy, que contribuyeron significativamente a mejorar su contenido. Todos los errores u omisión son de responsabilidad exclusiva del autor. Los datos y el código para la replicación están disponibles en el sitio web del autor: http://kennethbunker.github.io.

[2]. La reforma de 2011 eliminó el registro voluntario y el voto obligatorio a favor del registro obligatorio y el voto voluntario. La reforma de 2015 reemplazó el sistema electoral restrictivo utilizado para las elecciones legislativas por un arreglo de representación proporcional.

[3]. Las encuestas en ciclos electorales anteriores no pudieron capturar las preferencias por candidatos nuevos, ya que tanto los votantes más jóvenes como los partidos nuevos no contaban con representación.